Tomado de Lima la Única:
Hace un tiempo escuche a alguien decir: “esto -señalando la antigua aldaba de bronce de la puerta de una antigua casona demolida- está mejor en mis manos que lo cuidaré y lo tendré en un lugar especial de mi casa”. Y no dejaba de tener razón, era preferible eso a ver esa antigua pieza de la memoria de nuestro pasado fundida al peso. Y lo mismo ocurrió con una amiga que me comento que vio en la casa de un ex ministro de gobierno una de las esculturas de mármol que estuvo en la fachada del Molino de Santa Clara (hay que recordar que el propietario Sr. Debernardi las puso a la venta en las primeras décadas del siglo XX con sendos avisos en el diario El Comercio. Algunas fueron compradas por el gobierno y se exhiben en la Biblioteca Nacional. Otras están en el Museo de Arte Italiano, en el Museo Pedro de Osma y hasta en Trujillo hay una), y que se encontraba en perfecto estado de mantenimiento.
¿Sucede lo mismo cuando hablamos de elementos de ornato público?, ¿de piezas que fueron parte de algún ajuar ornamental de una plaza pública?
Frecuentemente aparece en internet avisos de ventas de antigüedades, donde se ofrecen elementos que han sido parte de algún lugar público. Pasó hace varios meses con una de las lámparas de la portada de ingreso al antiguo Jardín Zoológico de la Exposición, oxidándose en una chatarrería y hoy en alguna casa de San Isidro. Previamente había aparecido el aviso en una página de ventas por internet.
O por ejemplo la hermosa escultura de Flora y Pomona que estaba ubicada en el cruce de las avenidas Wilson y Paseo Colón y que sencillamente “desapareció” cuando se abrió el paso de la Av. Wilson. Algunos dicen haber visto la misma escultura (sin la fuente superior) en un jardín de un hotel en Huachipa. Podría ser arte industrial que se vendía por catálogo y que el hotel sencillamente haya comprado su propia versión. Pero entonces, ¿dónde está la escultura que estaba en Lima?.
La Plaza Dos de Mayo es uno de los espacios urbano monumentales más hermosos de Lima. Ocho edificios de estilo Segundo Imperio (ahora son siete pues uno se incendió lamentablemente el 2014) son el maravilloso marco al que se ha dado por llamar el monumento más hermoso del Perú: la columna en homenaje a los valerosos defensores del Callao en el episodio bélico del 2 de mayo de 1866 ante la agresión española, suceso que unió a cuatro países –Bolivia, Chile, Ecuador y Perú- en la defensa de un ideal, y que están representados y homenajeados en este grupo escultórico inaugurado en 1874.
Durante muchas décadas esta plaza fue escenario de homenajes, romerías y eventos patrióticos en recuerdo de este suceso. Hoy lamentablemente se ha convertido en un espacio inseguro y peligroso a ciertas horas del día. Esto ha contribuido a su decadencia –el incendio antes mencionado es prueba de ello, también hay ambientes tugurizados, conexiones eléctricas clandestinas e informalidad campeante en sus alrededores-, y no resulta extraño que este bello monumento haya sufrido las consecuencias de esto, como el pintado de grafitti sobre su blanco mármol, haya sido convertido en urinario público, se haya destrozado todas las luminarias circulares de los postes de la reja que la rodean, y el robo de ornamentos como las puertas principales de la reja y uno de los escudos de la Patria que la adornaban.
Pues resulta que hace unos días apareció un aviso, en una de las páginas de internet que se dedican a la venta de antigüedades, de un escudo de armas de nuestra Patria a 600 nuevos soles. Al hacer las comparaciones con el único escudo que existe en la reja del monumento al Dos de Mayo, resulta que es el mismo, ósea el escudo que falta al otro lado de la puerta de ingreso.
Me puse en contacto con la persona que colocó el aviso, y me respondió que este escudo es una herencia familiar, que lo tenían en su poder hace 30 años y que le “apenaba mucho que esté pendiente de las cosas ajenas de otras personas”. Mi intención al comunicarme con esta persona era quizá intentar recuperar de alguna manera el escudo y gestionar su reposición a donde pertenece. Le respondí que “en mi opinión no son de otras personas, son de la ciudad. Que por motivos diversos hayan llegado a manos particulares no quita que hayan sido originalmente de la ciudad y su ornato”. Lamentablemente este escudo ya había sido vendido cuando me puse en comunicación con la persona que coloco el aviso.
Hay que entender que el patrimonio público le pertenece a todos, porque fue adquirido con dinero de los contribuyentes o ciudadanos, nadie tiene el derecho de apropiarse de un ornamento público. La única manera como las piezas de ornato público desaparecen de su lugar son mediante su destrucción o sencillamente porque fueron robadas. El Código Penal peruano en el Capítulo IV bajo el título de “Receptación” en su artículo 194 dice: “El que adquiere, recibe en donación o en prenda o guarda, esconde, vende, o ayuda a negociar un bien de cuya procedencia delictuosa tenía conocimiento o debía presumir que provenía de un delito, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años y con treinta a noventa días- multa.”, y el artículo 195 dice: “La pena será privativa de libertad no menor de dos ni mayor de seis y de treinta a noventa días-multa, cuando: 1. El agente se dedica al comercio de objetos provenientes de acciones delictuosas. 2. Se trata de bienes de propiedad del Estado destinados al servicio público”.
1 comentario:
El concepto que muchas personas tienen, es que el bien público no le pertenece a nadie y por tanto es de libre disposición. Ello porque no son ciudadanos, no han alcanzado dicha categoría porque no se involucran con sus deberes cívicos, que es lo que facilita la convivencia social. Mas acentuado aún, si la autoridad no ejerce plenamente su función.
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